Consejos para exámenes tipo test

Conoce los secretos para responder correctamente exámenes de tipo test

Este tipo de exámen consiste en un número determinado de preguntas sobre el temario, en las que se facilitan varias respuestas posibles, de las cuales sólo una es la correcta, debiendo el/la opositor/a elegir la que considere acertada.

Para obtener un buen resultado en esta modalidad de examen, es necesario conocer una serie de factores que pueden influir en la manera de afrontar las preguntas planteadas.

El tiempo del examen es limitado

Disponemos de un tiempo limitado para dar respuesta a las preguntas del examen. Este límite de tiempo va a afectar en un doble sentido.

En primer lugar, la lectura de las preguntas debe ser ágil y dinámica. Esto no quiere decir que la hagamos “a ciegas”, sin prestar atención a su contenido, sino que debemos ser rápidos/as en entender qué es lo que nos están preguntado.

Por tanto, tener facilidad para una lectura rápida y comprensiva puede ayudarnos a ganar unos minutos extras muy útiles para nuestro examen. En el siguiente enlace podemos ver algunos métodos para mejorar la velocidad de lectura.

En segundo lugar, el tener un tiempo limitado para el conjunto de preguntas del examen, implica que no podamos extendernos demasiado en una única pregunta, debiendo dar a cada una de ellas un tiempo equivalente.

De esta forma, en caso de que una cuestión se nos “atragante”, es aconsejable dejarla para una posible segunda vuelta, y pasar a la siguiente. De esta manera evitaremos que el tiempo se agote sin que hayamos visto la totalidad del examen.

Una buena estrategia sería, contestar directamente en la hoja de examen aquellas preguntas que sí nos sabemos y dejar las que dudamos, señalando en el cuadernillo de preguntas que opciones creemos  que pueden ser la correcta para que en un repaso posterior (si tenemos tiempo), nos centremos únicamente en dichas opciones y agilizar así la toma de una decisión final.

En definitiva, se trata de tener una visión global del tiempo con el que contamos para realizar el examen, e ir controlando “el ritmo” al que avanzamos por cada una de las preguntas. Debiendo hacer comprobaciones periódicas para calcular cuánto llevamos y cuánto nos queda, y así saber si es necesario ir a mayor velocidad, o podemos permitirnos prestar más atención a alguna pregunta concreta, o incluso hacer uno o varios repasos.

Las respuestas incorrectas son penalizadas

En este tipo de examen es habitual que se penalicen las respuestas incorrectas. Es decir, que se resten puntos por cada respuesta incorrecta que se haya señalado. Que se imponga o no esta penalización, así como los puntos a restar por cada respuesta incorrecta, vendrá determinado en las bases de la convocatoria de cada oposición.

En este punto, nos planteamos una de las dudas más importantes de un/a opositor/a:

¿Cuántas preguntas debo contestar para aprobar mi examen?

En el mejor de los casos, si no hay penalización por respuesta incorrecta, se deberán contestar todas las preguntas del examen, todo lo que pueda sumar es positivo; no hay nada que perder.

Por contra, cuando existen penalizaciones debemos ser cautos, ya que un número demasiado elevado de errores puede hacer que no aprobemos el examen. Esto no quiere decir que no debamos arriesgarnos en algunas preguntas, dado que dejar muchas sin contestar también puede ser perjudicial.

¿Cuando arriesgar en las respuestas del examen?

Hay que recordar que en una oposición no es suficiente aprobar el examen, sino que hay que sacar una puntuación mayor que el resto de aspirantes.

  1. Es aconsejable arriesgar en aquellas preguntas en las que únicamente dudemos entre dos opciones posibles, de tal manera que estamos en un 50% de probabilidades de acertar.
  2. En caso de que no podamos eliminar ninguna opción para reducir el margen de error, lo ideal es dejarla sin contestar para evitar que el posible fallo reste puntos a nuestra puntuación global.

En cualquier caso, cuántas preguntas contestar, es una decisión personal. Cada opositor/a deberá valorar su situación: número de aciertos que cree tener, el beneficio o perjuicio que pudiera suponer el acierto o el error, etc. Y en función de esa situación, decidir hasta dónde está dispuesto arriesgar.

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